martes, 21 de abril de 2009

Perdone, ¿dónde cae Ancillary?

La pasada Semana Santa salimos en procesión camino de un pueblecito leridano llamado Martinet en lo que fue el prometido reencuentro de la secta Viggo. Cuando el Erasmus llegaba a su fin, nos comprometimos a reunirnos en algún sitio para revivir tiempos pasados. Realmente, también fueron tiempos presentes. Parecía que tan solo habían transcurrido unos días desde la última vez. Todo seguía igual.

Empleamos los días en esquiar, descubrir Andorra, comer y beber. Fundamentalmente. He confirmado que ningún deporte que consista en ponerse algo bajo los pies va a ser mi salvación, ni siquiera mi hobby. Pero hay que hacerlo para saberlo. Por de pronto me voy a ahorrar gran pasta en el capricho. Y Andorra, bien gracias. No vayáis si no es a esquiar o a comprar relojes.

La verdad es que lo de menos era el dónde, el qué, el cuándo... Lo de más era el QUIÉN y el PORQUÉ.

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