lunes, 31 de diciembre de 2007

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Mille grazie

Cuando una persona te desea noche tras noche que duermas bien y que sueñes con los angelitos, no puedes hacer otra cosa más que echarle de menos cuando se va.

Así es Eli, una simpática italiana que habla por los codos y con la que puedes mantener conversaciones bastante interesantes. Como aquella que tuvimos en las escaleras contándonos nuestra vida.

Siempre estaba pendiente de todo y de todos: de la decoración de la casa, de avisar al administrador cuando había problemas, de limpiar sin protestar lo que otros manchábamos, etc.

Era la última no española que dejaba la cocina y se quedaba con nosotros charlando y riendo aunque no entendiera lo que decíamos. De hecho, yo creo que no es italiana y que realmente nació en España. Sus esfuerzos por aprender español eran mayores que las ganas de quedarse un día más en Dinamarca:

- Ma Charly, how do you say…? Yo soy; Tú eres; Él, ella, Usted es; Nosotros somos…

Siempre me preguntaba: “Charly, today sausages?”. Pero no sé porqué lo decía, solo como salchichas un par de veces a la semana, como mucho tres. Como buena italiana ella cocinaba pasta hasta para desayunar pero lo que sin duda alguna es su especialidad es el pastel de chocolate, más rico imposible.

En fin, que se te va a echar de menos porque ha sido fantástico compartir estos meses contigo, he aprendido mucho de ti y te prometo que voy a ir a Milano.


Recuerda que todos los días te desearé lo mismo: Buonanotte e sogni d’oro Eli.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Del amigo invisible

Resulta que para entretenernos mientras hacemos los exámenes, unos treinta y pico españolitos hicimos el amigo invisible. Cuando escogí el papelito con el nombre de mi regalada me acordé de esa palabra tan sobada en mis estudios que es la probabilidad. Lo abrí y ponía: María Valladolid. Como me temía, la primera que me preguntó quién me había tocado fue ella. No me hubiera importado decírselo en otra situación pero como no sé mentir veía que la sorpresa se quedaría en nada. Afortunadamente salí del paso bastante bien en ese momento y durante toda la semana.

Me fui al H&M del Store Center de Lyngby (como casi todos) y cogí un par de manoplas. Luego pensé que eran un poco feas y compré otro par en el Tiger (una especie de todo a cien). Pensé que entre dos pares al menos uno le gustaría. Ya el sábado, antes de ir a la cena, bajamos al Tívoli y hablando sobre el tema a ella se le ocurrió decir:

- Espero que al que le haya tocado sea más original y no haya ido al H&M.

Primera en la frente. La segunda fue cuando le pedí que me sujetara la bolsa un momento para ponerme los guantes: va y se pone a palpar a ver si adivinaba lo que había comprado.

- Hey, aquí hay una vela eh? Típico.

Hubo una tercera cuando se puso a mirar en un puestecito unas manoplas que vendían. Yo solo quería que llegase el momento y que no hubiera más situaciones de riesgo. Ya por fin lo abrió y descansé. Dice que le ha gustado, espero que sí.

En cuanto a mí, le tengo que dar las gracias a Maider porque me encanta la bufanda que me ha regalado. No está mal cambiar de vez en cuando. Tras la cena, nos dirigimos a ese santuario que se llama kulerbar. Un bar con cerveza gratis de 11 a 1 previo pago de 80 krones y que este finde, a falta de una vez, he ido dos (lo que se puede considerar como vicio).

En fin, que fue el último fin de semana que pasé aquí en este año y el primero que tengo que quitar escarcha del sillín de la bici.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Hablar por hablar

¿Qué haces cuando no haces nada? Pensar en qué hacer. Y yo he pensado que tenía que contar algo. No sé ni por donde empezar. Lo haré por lo que me está ocupando la mayor parte de la semana: estudiar. Ya he hecho los exámenes más gordos y entregado el trabajo (aquí se llama Report) de otra asignatura. Ya no sé los días que llevo sin dormir más de 5 horas, pero es lo que tiene dejarlo todo para última hora, hay que apechugar y callar.

Este último par de semanas he descubierto más a fondo un lugar perfecto para estudiar: el databar 116. Es un edificio que, aparte de tener las clases habituales, tiene salas con ordenadores e impresoras blanco-negro, color y para hacer murales. El mayor uso que las damos es el de imprimir fotos y chorradas varias y de vez en cuando algún apunte o trabajo. Y como en la mayoría de los edificios tiene su máquina de café. Pero no una máquina de esas en las que echas las perras y te sale el cafelito, no, es un aparato que te echa el agua hirviendo y luego tú coges los polvitos de café o una especie de cacao no identificada y te lo bebes. ¿Y cómo lo pagas? Pues sencillamente no lo pagas, a pesar de que hay un cuenco lleno de monedas para tal efecto que solo usan los daneses y alguna nacionalidad honrada. Nosotros aceptamos como un reto el poder evitar pagar 3 kroners y como tal, usamos todos nuestros conocimientos con ese fin. Además del pastón que te ahorras, siempre viene bien pasar el rato en los databares porque acabas echando unas buenas e interesantes parlotadas.

Aquí vienes y te sientas en una mesa de un metro de ancho en la que te puedes esparcir a tu gusto, con un ordenador fijo y todavía tienes espacio para colocar el portátil. Si te da por ir a la Facultad de Ciencias con el ordenador te pueden mirar incluso mal, pero aquí se lo trae hasta el más “pintao”, es lo más cómodo si lo usas a menudo, también durante las clases.

Pero ahora que estoy llegando al final de este periodo ya estoy pensando un poco sobre el mesecito que estaré en Valladolid. Ya hay ganas de llegar y ver una ciudad de noche llena de luces. No es que me motive mucho el tema navideño pero cuando no tienes una cosa parece que la echas en falta. Me sorprende no estar allí todavía y ya tener algún planecillo preparado: a ver donde me lleva la Luisa a cenar en condiciones (por fin), a ver si el BM Valladolid hace algo curioso en la Copa Asobal, las cenas y comidas de rigor... pero como siempre la Nochevieja la gestionaremos un día antes.

En fin, así me lo aprendí yo.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Mamá!! He salido en la radio

Pues ayer no madrugué mucho porque me quedé hasta tarde estudiando, pero tuve el tiempo justo para hacer un poco de limpieza. Más que por gusto por necesidad, para evitar el riesgo de infecciones. Mientras tanto me puse la radio como viene siendo costumbre y así me enteraba de cómo van las cosas por mi tierra. Total que en el programa tienen una sección en la que hablan de ciudades europeas y, ¿a qué no se imaginan de cuál hablaron? Pues de CPH: que si estos son los lugares mejores para comer, que si estos son los sitios interesantes de ver…

Se me ocurrió escribir un mail contando mis impresiones sobre esta maravillosa ciudad y no habían pasado ni dos minutos cuando oigo: “nos escribe Carlos, original de Valladolid y que está estudiando en CPH y nos dice que esta ciudad es…” ta ta tá. A la derecha lo podeis escuchar. Normalmente si escribes a este tipo de programas es porque quieres que lo lean en alto, pero yo no daba un duro porque lo hicieran.

Llamé a mi madre (que también se pone la radio) para ver si estaba escuchándola, pero parece ser que allí es puente (¿qué es eso?) y no tocaba encenderla. Una pena, porque para un minuto de gloria que tiene uno…

En fin, tampoco es para tanto pero a uno le hacen ilusión estas cosas, que le vamos a hacer.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Cuando solo llueve en el patio

Hoy me he levantado y, como siempre, lo primero que hago es mirar por la ventana. Estaba muy nublado pero no veía reflejar la lluvia así que tenía menos excusas para quedarme en casa. Después de una ducha caliente, desayunar y prepararme algo de comer para pasar el día en la universidad, salgo al pasillo, cierro la puerta y miro hacia el patio y compruebo que caen chuzos de punta. Tras unos segundos, sale Sita de la habitación y hace lo mismo que yo. Curiosa la escena de los dos mirando al patio y cada uno en un extremo del pasillo.

- ¿Has visto como llueve? Así no se puede ir.
- Venga, que nos ponemos la capa de lluvia y no nos mojamos.
- Jo, no quiero.

Total, que bajamos a por las bicis y nos pertrechamos para ir a la universidad. Salimos a la calle y resulta que no llueve. Por si acaso no nos quitamos la capa y arrancamos rumbo a la DTU. A medio camino dice Sita:

- Me la voy a quitar que no está lloviendo. Aunque basta que me la quite para que empiece otra vez.

Pues dicho y hecho: empezaron a caer unas gotitas y decidió ponérsela, con la mala suerte de que va y se la rompe a la altura de la cabeza. Por fin, a la media hora, llegamos al destino no sin antes haber sido objeto de mofa por parte de algunos viandantes y paisanos que esperaban al autobús. Y no me extraña, parecíamos sacados de E.T. cuando vuelan con la bici a la altura de la Luna, aunque nosotros teníamos los pies en el suelo, concretamente cerca de los charcos.

En fin, que depende donde mires, llueve o no. Así es la vida en CPH.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Contando las horas

Ya está empezando la parte final de esta primera fase del Erasmus. Y como digo muchas veces, los días se pasan como hojas de libros sin leer. Parece que fuera ayer cuando todavía tenía ese gusanillo de antes de hacer un viaje. Esa semana anterior a venir que no sabía qué cosas serían importantes de meter en la maleta porque para empezar, no tenía ni donde dejarla. Además no estaba la mami para agobiarme. Pero ahora recuerdo esos primeros días como una anécdota más.

Cambiando de tema, algún paisano que otro nos ha preguntado que porqué Dinamarca. En mi caso porque no tenía muchas posibilidades de elegir. Entre Coímbra y esto… Yo creo que se extrañan de que unos españolitos vengan a un país donde el frío quema y la luz brilla por su ausencia. Pero este país tiene aspectos muy buenos. Para empezar, me encanta poder respirar aire puro cuando sales a la calle. Es como si estuvieras en un bosque. No hay contaminación y como aquí el césped se mantiene casi sin esfuerzo da una sensación de naturaleza fantástica.

Ahora en otoño no ves el suelo. Andas sobre un manto de hojas marrones con el temor de que te puedas caer en un agujero de un momento a otro. Creo que los daneses viven las estaciones tal y como son: el otoño es otoño, el invierno es invierno y “so and so forth” (frase que un profesor mío usa hasta la saciedad y que significa algo como “así sucesivamente”).

Por otro lado, si en España el deporte nacional es la envidia, aquí lo es la confianza. Todo el mundo confía en todo el mundo y no tienes por qué temer que te roben la bici, por ejemplo, cuando la dejas en la universidad todo el día. Tienes la tranquilidad de que la vas a tener al salir. O cómo en las tiendas muestran sus artículos en la calle tan lejos de la puerta que no sabes a qué establecimiento pertenecen. Puede llegar a ser confuso y pensar que son muestras gratuitas cuando en realidad solo forma parte del escaparate. No conciben que alguien haga algo malo a otra persona y eso cuando llega una legión de ‘gitanos’ como nosotros puede ser peligroso.

En fin, que “Denmark is different” y eso se nota en cada rincón.

lunes, 26 de noviembre de 2007

De todo un poco

”Lunes por la mañana, solo veo nubes por la ventana…” (Estopa).

Aunque esta vez las nubes iban acompañadas de nieve (aquí cuesta menos que cuaje que en Valladolid y por eso es más bonito). Éste es uno de los últimos lunes que quedan aquí antes de que acabe el año y empezar con una ducha bien caliente tras haber dormido más bien poco a causa de unos gráficos que se resisten es lo mejor para salir a las calles y bicicletear, con mucho cuidado porque el suelo está resbaladizo. Por lo menos a la hora de salir paró de nevar (todo un detalle).

Todo ésto después de un fin de semana en el que por primera vez desde que estoy aquí me caí de la bici, nos olvidásemos de un colega, nos cachearan como si estuviéramos en el aeropuerto y de que me cebara el domingo.

Solo era cuestión de tiempo y de líquidos que llegase la primera caída. La verdad es que no es nada fácil arrancar la “moto” a las tantas de la noche. Y a falta de uno pues mejor dos patinazos, para poder comparar. El moratón que tengo en el culo no sé a cual de los dos pertenece, pero eso es lo de menos. Lo de más es que tengo que reparar un poco la cesta de la bici. Gajes del oficio.

Siempre puede pasar que a uno se le olvide apagar la luz, cerrar la puerta, dónde ha aparcado el coche o cosas similares. Pues a esta lista podemos ir añadiendo que se nos olvide un colega en casa. Resulta que habíamos quedado a una hora en la puerta de casa y una vez que estábamos “todos”, empezamos a ir saliendo camino de la estación de Virum. Cuando casi llegábamos al destino, una cabeza pensante se le ocurrió preguntarse dónde estaba Fer. Él estaba tocando en las puertas y cagándose en todo. Me lo imagino en la entrada de la resi con la CPH en una mano y el rotulador en la otra y mirando para todos los lados por si aparecemos.

Esa misma noche llegamos a un bar-sala donde hay que hacer todo un ritual para entrar: primero un cacheo de rigor por parte de unos gorilas 2x2, luego pasar por caja para pagar la entrada y por último el obligatorio ropero con más normas que la cárcel. Ya por fin, solo quedaba esperar unos minutos a que un camarero quedase libre para que te pudiese atender.

Termino ya con la cena del domingo en la casa Vasca: una gran cebada cual si fuéramos vacas. La verdad es que comimos mucho y bien. Los pimientos rellenos, los macarrones con setas, las ensaladas, los ibéricos y el bizcocho saciaron todas nuestras ansias en lo que fue una comida japonesa. No lo digo por la comida (que está claro que no es japonesa), sino porque comimos sentados en el suelo poniendo en riesgo nuestras articulaciones. Poco a poco nos estamos convirtiendo, como decía Butanito, en “maestros del buen comer y catedráticos del mejor beber”. Muchas gracias MariKate.

domingo, 18 de noviembre de 2007

O de como fue mi primera vez (patinando)

Pues era la primera vez que iba a patinar, ya sea sobre ruedas o sobre hielo, y como en Dinamarca no tiene mucho sentido hacerlo sobre ruedas pues ponen pistas de hielo en cada distrito. Total que nos metimos en una de ellas a experimentar con las cuchillas en los pies. A mí no me gusta confiarme y me imaginaba que la tarea no iba a ser sencilla, e hice bien, no lo fue.

Bien, la situación era la siguiente: una pista de hielo repleta de niños y niñas daneses y un grupo de erasmus claramente diferenciables. Te podrías imaginar que dada la juventud de los niños, éstos iban a tomar clases de patinar. Pues no. Los pequeñuelos ya controlaban el tema de tal modo que parecía que se estaban preparando para los próximos juegos de invierno. Unas velocidades, unos giros y unas frenadas dignos de una gran ovación de la grada. Y luego estabas tú ahí empezando por el principio: intentar mantener el equilibrio parado. Cuando te dispones a moverte descubres que avanzas poco o casi nada y te dices: “joder, ¿Cómo resbala esto!”; pero lo dices para tus adentros porque es un pensamiento de lo más estúpido.

Hasta que llega alguien que sabe y te da unas premisas básicas que para uno con cierta coordinación no resultaría difícil de llevar a cabo, pero yo necesito días de adaptación. Total, que me caí de todas las formas posibles: hacia adelante, de culo, de lado (siempre del izquierdo), encima de alguien (normalmente de la prima), etc. Y cuando parece que ya coges algo de ritmo y confías en que puedes dar una vuelta sin caerte es cuando llega la ostia mayor: esa en la que pasas unas décimas de segundo en el aire porque los pies, inexplicablemente, se fueron para adelante y tu cuerpo se quedó atrás; es esa en la que aterrizas con tus posaderas y que no se escucha el sonido del golpe porque la música está altísima.

Podemos resumir el evento con la descripción final del cuadro clínico: varias contusiones en la cadera izquierda, también en la retaguardia, principio de esguince en ambos tobillos y en ambas rodillas, dolor agudo en las muñecas y heridas en las palmas de las manos así como molestias en los dedos de los pies debido al encogimiento de los mismos provocados por la tensión durante la práctica del patinaje.

En fin, necesitaré dos cosas a partir de ahora: una, días para recuperarme y dos, muchas clases.

(Muchos ánimos y un besazo enorme L)

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sobre el tiempo y las comidas

La verdad es que ya son casi tres meses por estas tierras de Dios y me parecía demasiado tiempo con un clima soportable. Ahora las cosas están empezando a cambiar, el termómetro alcanza el cero muchas veces y eso molesta bastante. Pero hay que consolarse pensando en que van a llegar tiempos peores, para los cuales nos estamos preparando adquiriendo diferentes prendas aislantes, tanto de lluvia como de frío. En este sentido, llevo buscando un gorro que me tape gran parte de la cabeza y no acabo de localizarlo. Me gustan los gorros peruanos, pero no los encuentro. Al final me tendré que comprar el más feo del mercado. Mientras tanto me apaño con el de tres euros del Eroski.

Aunque si hay algo que no encuentro y llevo buscando mucho tiempo son las malditas perchillas que se pegan en la pared para colgar los trapos o lo que te de la gana. Si estuviera en mi casa sería bajar al garaje y seguro que habría (allí hay de todo). Hago un llamamiento a todo aquel que localice este producto me haga saber dónde poder conseguirlo. Gracias.

Por otra parte, estos tres meses transcurridos me han servido para mejorar notablemente mis capacidades culinarias y ya experimento con diferentes recetas de mamá. La tortilla de patata fue lo primero que intenté y a estas alturas me quedan decentes. Y a partir de ahí fueron las lentejas, potaje, carne guisada... y por fin ayer comí pescado por primera vez cocinado por mí. Está mal que lo diga, pero me quedó de cojonudo. Tanto he avanzado que hasta echo de menos comer unos macarrones.

Y ya por fin vamos adaptándonos al horario local: con la excusa de ver una película por la noche, estamos empezando a cenar incluso antes que los italianos, de verdad. Lástima que luego no veamos ni películas ni nada pero bueno, algún día será.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Del viaje a Oslo

Pues de lo que viene siendo Oslo city, es más bien una excusa. Porque la miga ha estado, como era de esperar, en el barco. Imaginaos a un montón de Leonardos Di Caprios en Titanic, pues eso éramos nosotros. No lo digo tanto por el físico como por la situación. Montón de estudiantes metidos en la planta más baja del barco en unos camarotes. Tenían más prioridad los coches que nosotros, que estaban por encima. Pero bueno, no importa lo más mínimo mientras haya un sitio donde tumbarte. De todos modos, estaban geniales las cabinas.

Nos montamos en el barco el viernes a mediodía y esa misma tarde ya estábamos pintando, coloreando y saltando en un castillo hinchable en lo que parecía una discoteca adaptada en esos momentos como guardería. Cosas de niños. Y no es que lo seamos, es que somos españoles y si vemos algo que nos pueda entretener pues hacemos uso de ello. Ahí quizá empezaron a conocernos los seguratas y a atarnos en corto. Por la noche estuvimos en un karaoke desafinando y asesinando canciones. Pero nos cerraron tan pronto que a nosotros nos pareció un sacrilegio y una falta de respeto a la cultura española. Así que seguimos a lo nuestro dando voces y molestando al personal en cualquier rincón con el consiguiente enfado de los maderillos que, alucinando, intentaban controlar este rebaño. Al final, nos acompañaron amablemente a la cama y se cercioraron de que todo estuviera en orden, bien en las cabinas, bien en la cárcel.


Ya por la mañana tocaba visita a Oslo city. La impresión de la ciudad es: “bueno, no está mal, pero quizá no se merezca los precios que hay que pagar por todo”. Nos llevaron en visita guiada a un parque con mogollón de esculturas y también donde la peña noruega hace los saltos de esquí. Y sin entretenernos mucho volvimos al barco a echar una cabezadita. Pero la tripulación nos tenía que contar muchas cosas por la megafonía a la hora de la siesta, con lo que no pudimos dormir en condiciones. Llegada la noche seguimos a lo nuestro hasta que, de nuevo, cerraron y empezó la jornada laboral de los polis. Sin incidencias destacables esta vez. Seguimos haciendo lo que nos dio la gana pero esta vez en silencio. Poco o nada dormimos porque a la gente le dio por jugar con el interfono. Otro juguete que no pudimos rechazar.

En fin, que nos lo hemos pasado piruleta. Los detalles los dejo para la privacidad.

lunes, 5 de noviembre de 2007

De la Spanish dinner

Pues tuvo lugar la “Spanish dinner” en la residencia donde paso los días y las noches. Estaríamos como unas siete horas cocinando los productos típicos del país: paella, huevos rotos, torrijas, arroz con leche, tortillas, pan con tomate, empanada y un gazpacho. Cada cosa mejor que la otra. A todas estas horas hay que sumarles el tiempo empleado en la compra de todos los ingredientes... y un precioso tiempo que hay que emplear para ese maravilloso mundo del FREGAR. Sí amigos. Porque la cena la pagamos todos, cocinamos todos (por semanas), pero también fregamos todos. Y es aquí donde llega el gran problema: una vez comidos nadie tiene ganas de ponerse a fregar pero son cosas que hay que hacer. La peña hace mutis por el foro saying 'bye' y 'thank you very much, everything was very good' mientras te miran como sujetas el estropajo roido por la mierda de la sartén que no sale ni con lija del 23. Y tú te quedas con cara de bobo porque encima tienes que ser educado cuando en el fondo te entran ganas de estamparle la balleta que algun día fue rosa pero que hoy ya no conserva ni un solo centrímetro cuadrado de su color original, por no hablar del olor de la misma. Algunos se van sin más, pero los hay que se sientan a ver el espectáculo cual si estuvieran en una butaca de cine. No sé qué será peor: si los mutisforeros o los cinéfilos.


Todo sería menos divertido si no fuera por el día tan bueno que se pasa con los colegas. Las penas son menos penas cuando hay risas y aquí nunca falta de eso. Es genial ver como todo el mundo hace lo que sabe y sale algo tan bueno como la comida de hoy. Naturalmente tiene que haber alguien que sepa hacer un paella y un gazpacho y un arroz con leche, sino no vas a nigún lado. Los hay más cocinillas y menos (pertenezco a los segundos, pero cada vez más cerca de los primeros), pero está muy bien porque por momentos parecía la cocina de un restaurante. Es que somos un equipo cuyos engranajes funcionan a las mil maravillas. Comentario jocoso. En fin, que estas cosas sirven para acabar a palos o para seguir genial y de momento no necesitamos nada para agredirnos. Gracias al 'empaning team', a la maestra tortillera, al gazpacho man, a los paelleros y demás gentuza que colaboró en la causa, esto salió así de bien. Quizá los aplausos de los comensales sonaron menos que otras veces, pero eso solo fue porque nosotros no podíamos aplaudir, y creanme, eso se nota bastante.



Solo destacar una cosa más: todas las impresiones reflejadas en el párrafo primero pueden ser aplicadas también a las celebraciones con motivo de Halloween que se puedan llevar a cabo en la Guesthouse. Por ello, pido la colaboración de todos en ese difícil trance que supone recoger todo. Gracias.

miércoles, 31 de octubre de 2007

El tren llegó a la estación

El pequeño capítulo de hoy no va sobre el día en Dinamarca, o sobre como se está ideando la fiesta de Halloween, ni de como me está jodiendo el trabajo que tengo que entregar en dos días.

Lo de hoy va sobre lo que está pasando hoy en España. Hoy es la lectura de la sentencia por los atentados del 11 de marzo de 2004.En estos momentos estoy escuchando al presidente del tribunal un 'resumen' de 20 páginas de un total de unas 700 o más.

Sea la que sea la solución final del juicio (parece que va a ser dura la condena), no se sabe para que ha servido más el juicio: si para realmente buscar la verdad al tema y resolverlo para tranquilidad de todas las víctimas y del resto de los españoles o para atizar el fuego en la política nacional. Para rescatar el ridículo hecho por los partidos políticos basta con recordar a Pilar Manjón cuando habló en la Comisión de Investigación. Basicamente me acuerdo cuando preguntó de qué se reían y aplaudían los participantes de esa comisión cuando tenían que averiguar quién habían sido los autores de los atentados. No quién había mentido más o menos, que a estas alturas ya tenemos una ligera idea.

Como dice José María García (Butanito), el tiempo es un juez que da y quita razones. Pero parece que a día de hoy algunos no se han enterado donde suenan las campanas. O sí, pero no quieren oirlas. El caso es que vino este juicio a poner los puntos sobre las íes y Javier Gómez Bermúdez a hacer de esto un tema serio como debía ser. Pero aquí cada loco estaba a su tema: unos que si manipulais, otros que si vosotros más, las víctimas divididas porque depende lo que diga mi partido y la prensa nada nuevo que ya sabemos de donde cojea cada cadena, cada periódico o cada emisora.


Supongo que algunos todavía dudarán del juicio porque no dice lo que ellos creen. Perfectamente respetable, pero ya no cuela a los días que estamos. Ahora que cada palo aguante su vela.

Por destacar lo mejor de todo esto y de aquellos días, me quedo con la reacción de todos los españoles entre el 11 y 14 de marzo y la ejecución de un juicio histórico que no se ha hecho ni en el país que presume de ser la primera potencia mundial, el cual soluciona las cosas a base de pólvora.

Por cierto, de ETA ni mu.

martes, 30 de octubre de 2007

Desde Copenhague con amor

Pues llegué aquí hará como dos meses, pero ha sido ahora cuando decidí que sería buena idea lo de contar las cosas, que luego se me olvidan. La verdad es que tenía que haberlo hecho antes, no después de tanto tiempo, pero no es lo mismo: no sería yo si hiciera las cosas a su debido tiempo. Así por ejemplo, podría haber contado como fueron los inicios de este año Erasmus, esos primeros días agunstiosos cuya tensión se cortó tajantemente cuando ya tuve donde guardar los calzoncillos (fue un auténtico placer deshacer la maleta), o las primeras fiestas, o las primeras personas, el turisteo, las clases, etc. O por ejemplo también mis minivacaciones en España, aunque ya no sé cuales son mis vacaciones: si cuando voy o cuando vengo.

En fin, a partir de ahora intentaré plasmar con relativa frecuencia como se vive por aquí.