lunes, 26 de noviembre de 2007

De todo un poco

”Lunes por la mañana, solo veo nubes por la ventana…” (Estopa).

Aunque esta vez las nubes iban acompañadas de nieve (aquí cuesta menos que cuaje que en Valladolid y por eso es más bonito). Éste es uno de los últimos lunes que quedan aquí antes de que acabe el año y empezar con una ducha bien caliente tras haber dormido más bien poco a causa de unos gráficos que se resisten es lo mejor para salir a las calles y bicicletear, con mucho cuidado porque el suelo está resbaladizo. Por lo menos a la hora de salir paró de nevar (todo un detalle).

Todo ésto después de un fin de semana en el que por primera vez desde que estoy aquí me caí de la bici, nos olvidásemos de un colega, nos cachearan como si estuviéramos en el aeropuerto y de que me cebara el domingo.

Solo era cuestión de tiempo y de líquidos que llegase la primera caída. La verdad es que no es nada fácil arrancar la “moto” a las tantas de la noche. Y a falta de uno pues mejor dos patinazos, para poder comparar. El moratón que tengo en el culo no sé a cual de los dos pertenece, pero eso es lo de menos. Lo de más es que tengo que reparar un poco la cesta de la bici. Gajes del oficio.

Siempre puede pasar que a uno se le olvide apagar la luz, cerrar la puerta, dónde ha aparcado el coche o cosas similares. Pues a esta lista podemos ir añadiendo que se nos olvide un colega en casa. Resulta que habíamos quedado a una hora en la puerta de casa y una vez que estábamos “todos”, empezamos a ir saliendo camino de la estación de Virum. Cuando casi llegábamos al destino, una cabeza pensante se le ocurrió preguntarse dónde estaba Fer. Él estaba tocando en las puertas y cagándose en todo. Me lo imagino en la entrada de la resi con la CPH en una mano y el rotulador en la otra y mirando para todos los lados por si aparecemos.

Esa misma noche llegamos a un bar-sala donde hay que hacer todo un ritual para entrar: primero un cacheo de rigor por parte de unos gorilas 2x2, luego pasar por caja para pagar la entrada y por último el obligatorio ropero con más normas que la cárcel. Ya por fin, solo quedaba esperar unos minutos a que un camarero quedase libre para que te pudiese atender.

Termino ya con la cena del domingo en la casa Vasca: una gran cebada cual si fuéramos vacas. La verdad es que comimos mucho y bien. Los pimientos rellenos, los macarrones con setas, las ensaladas, los ibéricos y el bizcocho saciaron todas nuestras ansias en lo que fue una comida japonesa. No lo digo por la comida (que está claro que no es japonesa), sino porque comimos sentados en el suelo poniendo en riesgo nuestras articulaciones. Poco a poco nos estamos convirtiendo, como decía Butanito, en “maestros del buen comer y catedráticos del mejor beber”. Muchas gracias MariKate.

domingo, 18 de noviembre de 2007

O de como fue mi primera vez (patinando)

Pues era la primera vez que iba a patinar, ya sea sobre ruedas o sobre hielo, y como en Dinamarca no tiene mucho sentido hacerlo sobre ruedas pues ponen pistas de hielo en cada distrito. Total que nos metimos en una de ellas a experimentar con las cuchillas en los pies. A mí no me gusta confiarme y me imaginaba que la tarea no iba a ser sencilla, e hice bien, no lo fue.

Bien, la situación era la siguiente: una pista de hielo repleta de niños y niñas daneses y un grupo de erasmus claramente diferenciables. Te podrías imaginar que dada la juventud de los niños, éstos iban a tomar clases de patinar. Pues no. Los pequeñuelos ya controlaban el tema de tal modo que parecía que se estaban preparando para los próximos juegos de invierno. Unas velocidades, unos giros y unas frenadas dignos de una gran ovación de la grada. Y luego estabas tú ahí empezando por el principio: intentar mantener el equilibrio parado. Cuando te dispones a moverte descubres que avanzas poco o casi nada y te dices: “joder, ¿Cómo resbala esto!”; pero lo dices para tus adentros porque es un pensamiento de lo más estúpido.

Hasta que llega alguien que sabe y te da unas premisas básicas que para uno con cierta coordinación no resultaría difícil de llevar a cabo, pero yo necesito días de adaptación. Total, que me caí de todas las formas posibles: hacia adelante, de culo, de lado (siempre del izquierdo), encima de alguien (normalmente de la prima), etc. Y cuando parece que ya coges algo de ritmo y confías en que puedes dar una vuelta sin caerte es cuando llega la ostia mayor: esa en la que pasas unas décimas de segundo en el aire porque los pies, inexplicablemente, se fueron para adelante y tu cuerpo se quedó atrás; es esa en la que aterrizas con tus posaderas y que no se escucha el sonido del golpe porque la música está altísima.

Podemos resumir el evento con la descripción final del cuadro clínico: varias contusiones en la cadera izquierda, también en la retaguardia, principio de esguince en ambos tobillos y en ambas rodillas, dolor agudo en las muñecas y heridas en las palmas de las manos así como molestias en los dedos de los pies debido al encogimiento de los mismos provocados por la tensión durante la práctica del patinaje.

En fin, necesitaré dos cosas a partir de ahora: una, días para recuperarme y dos, muchas clases.

(Muchos ánimos y un besazo enorme L)

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sobre el tiempo y las comidas

La verdad es que ya son casi tres meses por estas tierras de Dios y me parecía demasiado tiempo con un clima soportable. Ahora las cosas están empezando a cambiar, el termómetro alcanza el cero muchas veces y eso molesta bastante. Pero hay que consolarse pensando en que van a llegar tiempos peores, para los cuales nos estamos preparando adquiriendo diferentes prendas aislantes, tanto de lluvia como de frío. En este sentido, llevo buscando un gorro que me tape gran parte de la cabeza y no acabo de localizarlo. Me gustan los gorros peruanos, pero no los encuentro. Al final me tendré que comprar el más feo del mercado. Mientras tanto me apaño con el de tres euros del Eroski.

Aunque si hay algo que no encuentro y llevo buscando mucho tiempo son las malditas perchillas que se pegan en la pared para colgar los trapos o lo que te de la gana. Si estuviera en mi casa sería bajar al garaje y seguro que habría (allí hay de todo). Hago un llamamiento a todo aquel que localice este producto me haga saber dónde poder conseguirlo. Gracias.

Por otra parte, estos tres meses transcurridos me han servido para mejorar notablemente mis capacidades culinarias y ya experimento con diferentes recetas de mamá. La tortilla de patata fue lo primero que intenté y a estas alturas me quedan decentes. Y a partir de ahí fueron las lentejas, potaje, carne guisada... y por fin ayer comí pescado por primera vez cocinado por mí. Está mal que lo diga, pero me quedó de cojonudo. Tanto he avanzado que hasta echo de menos comer unos macarrones.

Y ya por fin vamos adaptándonos al horario local: con la excusa de ver una película por la noche, estamos empezando a cenar incluso antes que los italianos, de verdad. Lástima que luego no veamos ni películas ni nada pero bueno, algún día será.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Del viaje a Oslo

Pues de lo que viene siendo Oslo city, es más bien una excusa. Porque la miga ha estado, como era de esperar, en el barco. Imaginaos a un montón de Leonardos Di Caprios en Titanic, pues eso éramos nosotros. No lo digo tanto por el físico como por la situación. Montón de estudiantes metidos en la planta más baja del barco en unos camarotes. Tenían más prioridad los coches que nosotros, que estaban por encima. Pero bueno, no importa lo más mínimo mientras haya un sitio donde tumbarte. De todos modos, estaban geniales las cabinas.

Nos montamos en el barco el viernes a mediodía y esa misma tarde ya estábamos pintando, coloreando y saltando en un castillo hinchable en lo que parecía una discoteca adaptada en esos momentos como guardería. Cosas de niños. Y no es que lo seamos, es que somos españoles y si vemos algo que nos pueda entretener pues hacemos uso de ello. Ahí quizá empezaron a conocernos los seguratas y a atarnos en corto. Por la noche estuvimos en un karaoke desafinando y asesinando canciones. Pero nos cerraron tan pronto que a nosotros nos pareció un sacrilegio y una falta de respeto a la cultura española. Así que seguimos a lo nuestro dando voces y molestando al personal en cualquier rincón con el consiguiente enfado de los maderillos que, alucinando, intentaban controlar este rebaño. Al final, nos acompañaron amablemente a la cama y se cercioraron de que todo estuviera en orden, bien en las cabinas, bien en la cárcel.


Ya por la mañana tocaba visita a Oslo city. La impresión de la ciudad es: “bueno, no está mal, pero quizá no se merezca los precios que hay que pagar por todo”. Nos llevaron en visita guiada a un parque con mogollón de esculturas y también donde la peña noruega hace los saltos de esquí. Y sin entretenernos mucho volvimos al barco a echar una cabezadita. Pero la tripulación nos tenía que contar muchas cosas por la megafonía a la hora de la siesta, con lo que no pudimos dormir en condiciones. Llegada la noche seguimos a lo nuestro hasta que, de nuevo, cerraron y empezó la jornada laboral de los polis. Sin incidencias destacables esta vez. Seguimos haciendo lo que nos dio la gana pero esta vez en silencio. Poco o nada dormimos porque a la gente le dio por jugar con el interfono. Otro juguete que no pudimos rechazar.

En fin, que nos lo hemos pasado piruleta. Los detalles los dejo para la privacidad.

lunes, 5 de noviembre de 2007

De la Spanish dinner

Pues tuvo lugar la “Spanish dinner” en la residencia donde paso los días y las noches. Estaríamos como unas siete horas cocinando los productos típicos del país: paella, huevos rotos, torrijas, arroz con leche, tortillas, pan con tomate, empanada y un gazpacho. Cada cosa mejor que la otra. A todas estas horas hay que sumarles el tiempo empleado en la compra de todos los ingredientes... y un precioso tiempo que hay que emplear para ese maravilloso mundo del FREGAR. Sí amigos. Porque la cena la pagamos todos, cocinamos todos (por semanas), pero también fregamos todos. Y es aquí donde llega el gran problema: una vez comidos nadie tiene ganas de ponerse a fregar pero son cosas que hay que hacer. La peña hace mutis por el foro saying 'bye' y 'thank you very much, everything was very good' mientras te miran como sujetas el estropajo roido por la mierda de la sartén que no sale ni con lija del 23. Y tú te quedas con cara de bobo porque encima tienes que ser educado cuando en el fondo te entran ganas de estamparle la balleta que algun día fue rosa pero que hoy ya no conserva ni un solo centrímetro cuadrado de su color original, por no hablar del olor de la misma. Algunos se van sin más, pero los hay que se sientan a ver el espectáculo cual si estuvieran en una butaca de cine. No sé qué será peor: si los mutisforeros o los cinéfilos.


Todo sería menos divertido si no fuera por el día tan bueno que se pasa con los colegas. Las penas son menos penas cuando hay risas y aquí nunca falta de eso. Es genial ver como todo el mundo hace lo que sabe y sale algo tan bueno como la comida de hoy. Naturalmente tiene que haber alguien que sepa hacer un paella y un gazpacho y un arroz con leche, sino no vas a nigún lado. Los hay más cocinillas y menos (pertenezco a los segundos, pero cada vez más cerca de los primeros), pero está muy bien porque por momentos parecía la cocina de un restaurante. Es que somos un equipo cuyos engranajes funcionan a las mil maravillas. Comentario jocoso. En fin, que estas cosas sirven para acabar a palos o para seguir genial y de momento no necesitamos nada para agredirnos. Gracias al 'empaning team', a la maestra tortillera, al gazpacho man, a los paelleros y demás gentuza que colaboró en la causa, esto salió así de bien. Quizá los aplausos de los comensales sonaron menos que otras veces, pero eso solo fue porque nosotros no podíamos aplaudir, y creanme, eso se nota bastante.



Solo destacar una cosa más: todas las impresiones reflejadas en el párrafo primero pueden ser aplicadas también a las celebraciones con motivo de Halloween que se puedan llevar a cabo en la Guesthouse. Por ello, pido la colaboración de todos en ese difícil trance que supone recoger todo. Gracias.