lunes, 31 de diciembre de 2007

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Mille grazie

Cuando una persona te desea noche tras noche que duermas bien y que sueñes con los angelitos, no puedes hacer otra cosa más que echarle de menos cuando se va.

Así es Eli, una simpática italiana que habla por los codos y con la que puedes mantener conversaciones bastante interesantes. Como aquella que tuvimos en las escaleras contándonos nuestra vida.

Siempre estaba pendiente de todo y de todos: de la decoración de la casa, de avisar al administrador cuando había problemas, de limpiar sin protestar lo que otros manchábamos, etc.

Era la última no española que dejaba la cocina y se quedaba con nosotros charlando y riendo aunque no entendiera lo que decíamos. De hecho, yo creo que no es italiana y que realmente nació en España. Sus esfuerzos por aprender español eran mayores que las ganas de quedarse un día más en Dinamarca:

- Ma Charly, how do you say…? Yo soy; Tú eres; Él, ella, Usted es; Nosotros somos…

Siempre me preguntaba: “Charly, today sausages?”. Pero no sé porqué lo decía, solo como salchichas un par de veces a la semana, como mucho tres. Como buena italiana ella cocinaba pasta hasta para desayunar pero lo que sin duda alguna es su especialidad es el pastel de chocolate, más rico imposible.

En fin, que se te va a echar de menos porque ha sido fantástico compartir estos meses contigo, he aprendido mucho de ti y te prometo que voy a ir a Milano.


Recuerda que todos los días te desearé lo mismo: Buonanotte e sogni d’oro Eli.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Del amigo invisible

Resulta que para entretenernos mientras hacemos los exámenes, unos treinta y pico españolitos hicimos el amigo invisible. Cuando escogí el papelito con el nombre de mi regalada me acordé de esa palabra tan sobada en mis estudios que es la probabilidad. Lo abrí y ponía: María Valladolid. Como me temía, la primera que me preguntó quién me había tocado fue ella. No me hubiera importado decírselo en otra situación pero como no sé mentir veía que la sorpresa se quedaría en nada. Afortunadamente salí del paso bastante bien en ese momento y durante toda la semana.

Me fui al H&M del Store Center de Lyngby (como casi todos) y cogí un par de manoplas. Luego pensé que eran un poco feas y compré otro par en el Tiger (una especie de todo a cien). Pensé que entre dos pares al menos uno le gustaría. Ya el sábado, antes de ir a la cena, bajamos al Tívoli y hablando sobre el tema a ella se le ocurrió decir:

- Espero que al que le haya tocado sea más original y no haya ido al H&M.

Primera en la frente. La segunda fue cuando le pedí que me sujetara la bolsa un momento para ponerme los guantes: va y se pone a palpar a ver si adivinaba lo que había comprado.

- Hey, aquí hay una vela eh? Típico.

Hubo una tercera cuando se puso a mirar en un puestecito unas manoplas que vendían. Yo solo quería que llegase el momento y que no hubiera más situaciones de riesgo. Ya por fin lo abrió y descansé. Dice que le ha gustado, espero que sí.

En cuanto a mí, le tengo que dar las gracias a Maider porque me encanta la bufanda que me ha regalado. No está mal cambiar de vez en cuando. Tras la cena, nos dirigimos a ese santuario que se llama kulerbar. Un bar con cerveza gratis de 11 a 1 previo pago de 80 krones y que este finde, a falta de una vez, he ido dos (lo que se puede considerar como vicio).

En fin, que fue el último fin de semana que pasé aquí en este año y el primero que tengo que quitar escarcha del sillín de la bici.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Hablar por hablar

¿Qué haces cuando no haces nada? Pensar en qué hacer. Y yo he pensado que tenía que contar algo. No sé ni por donde empezar. Lo haré por lo que me está ocupando la mayor parte de la semana: estudiar. Ya he hecho los exámenes más gordos y entregado el trabajo (aquí se llama Report) de otra asignatura. Ya no sé los días que llevo sin dormir más de 5 horas, pero es lo que tiene dejarlo todo para última hora, hay que apechugar y callar.

Este último par de semanas he descubierto más a fondo un lugar perfecto para estudiar: el databar 116. Es un edificio que, aparte de tener las clases habituales, tiene salas con ordenadores e impresoras blanco-negro, color y para hacer murales. El mayor uso que las damos es el de imprimir fotos y chorradas varias y de vez en cuando algún apunte o trabajo. Y como en la mayoría de los edificios tiene su máquina de café. Pero no una máquina de esas en las que echas las perras y te sale el cafelito, no, es un aparato que te echa el agua hirviendo y luego tú coges los polvitos de café o una especie de cacao no identificada y te lo bebes. ¿Y cómo lo pagas? Pues sencillamente no lo pagas, a pesar de que hay un cuenco lleno de monedas para tal efecto que solo usan los daneses y alguna nacionalidad honrada. Nosotros aceptamos como un reto el poder evitar pagar 3 kroners y como tal, usamos todos nuestros conocimientos con ese fin. Además del pastón que te ahorras, siempre viene bien pasar el rato en los databares porque acabas echando unas buenas e interesantes parlotadas.

Aquí vienes y te sientas en una mesa de un metro de ancho en la que te puedes esparcir a tu gusto, con un ordenador fijo y todavía tienes espacio para colocar el portátil. Si te da por ir a la Facultad de Ciencias con el ordenador te pueden mirar incluso mal, pero aquí se lo trae hasta el más “pintao”, es lo más cómodo si lo usas a menudo, también durante las clases.

Pero ahora que estoy llegando al final de este periodo ya estoy pensando un poco sobre el mesecito que estaré en Valladolid. Ya hay ganas de llegar y ver una ciudad de noche llena de luces. No es que me motive mucho el tema navideño pero cuando no tienes una cosa parece que la echas en falta. Me sorprende no estar allí todavía y ya tener algún planecillo preparado: a ver donde me lleva la Luisa a cenar en condiciones (por fin), a ver si el BM Valladolid hace algo curioso en la Copa Asobal, las cenas y comidas de rigor... pero como siempre la Nochevieja la gestionaremos un día antes.

En fin, así me lo aprendí yo.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Mamá!! He salido en la radio

Pues ayer no madrugué mucho porque me quedé hasta tarde estudiando, pero tuve el tiempo justo para hacer un poco de limpieza. Más que por gusto por necesidad, para evitar el riesgo de infecciones. Mientras tanto me puse la radio como viene siendo costumbre y así me enteraba de cómo van las cosas por mi tierra. Total que en el programa tienen una sección en la que hablan de ciudades europeas y, ¿a qué no se imaginan de cuál hablaron? Pues de CPH: que si estos son los lugares mejores para comer, que si estos son los sitios interesantes de ver…

Se me ocurrió escribir un mail contando mis impresiones sobre esta maravillosa ciudad y no habían pasado ni dos minutos cuando oigo: “nos escribe Carlos, original de Valladolid y que está estudiando en CPH y nos dice que esta ciudad es…” ta ta tá. A la derecha lo podeis escuchar. Normalmente si escribes a este tipo de programas es porque quieres que lo lean en alto, pero yo no daba un duro porque lo hicieran.

Llamé a mi madre (que también se pone la radio) para ver si estaba escuchándola, pero parece ser que allí es puente (¿qué es eso?) y no tocaba encenderla. Una pena, porque para un minuto de gloria que tiene uno…

En fin, tampoco es para tanto pero a uno le hacen ilusión estas cosas, que le vamos a hacer.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Cuando solo llueve en el patio

Hoy me he levantado y, como siempre, lo primero que hago es mirar por la ventana. Estaba muy nublado pero no veía reflejar la lluvia así que tenía menos excusas para quedarme en casa. Después de una ducha caliente, desayunar y prepararme algo de comer para pasar el día en la universidad, salgo al pasillo, cierro la puerta y miro hacia el patio y compruebo que caen chuzos de punta. Tras unos segundos, sale Sita de la habitación y hace lo mismo que yo. Curiosa la escena de los dos mirando al patio y cada uno en un extremo del pasillo.

- ¿Has visto como llueve? Así no se puede ir.
- Venga, que nos ponemos la capa de lluvia y no nos mojamos.
- Jo, no quiero.

Total, que bajamos a por las bicis y nos pertrechamos para ir a la universidad. Salimos a la calle y resulta que no llueve. Por si acaso no nos quitamos la capa y arrancamos rumbo a la DTU. A medio camino dice Sita:

- Me la voy a quitar que no está lloviendo. Aunque basta que me la quite para que empiece otra vez.

Pues dicho y hecho: empezaron a caer unas gotitas y decidió ponérsela, con la mala suerte de que va y se la rompe a la altura de la cabeza. Por fin, a la media hora, llegamos al destino no sin antes haber sido objeto de mofa por parte de algunos viandantes y paisanos que esperaban al autobús. Y no me extraña, parecíamos sacados de E.T. cuando vuelan con la bici a la altura de la Luna, aunque nosotros teníamos los pies en el suelo, concretamente cerca de los charcos.

En fin, que depende donde mires, llueve o no. Así es la vida en CPH.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Contando las horas

Ya está empezando la parte final de esta primera fase del Erasmus. Y como digo muchas veces, los días se pasan como hojas de libros sin leer. Parece que fuera ayer cuando todavía tenía ese gusanillo de antes de hacer un viaje. Esa semana anterior a venir que no sabía qué cosas serían importantes de meter en la maleta porque para empezar, no tenía ni donde dejarla. Además no estaba la mami para agobiarme. Pero ahora recuerdo esos primeros días como una anécdota más.

Cambiando de tema, algún paisano que otro nos ha preguntado que porqué Dinamarca. En mi caso porque no tenía muchas posibilidades de elegir. Entre Coímbra y esto… Yo creo que se extrañan de que unos españolitos vengan a un país donde el frío quema y la luz brilla por su ausencia. Pero este país tiene aspectos muy buenos. Para empezar, me encanta poder respirar aire puro cuando sales a la calle. Es como si estuvieras en un bosque. No hay contaminación y como aquí el césped se mantiene casi sin esfuerzo da una sensación de naturaleza fantástica.

Ahora en otoño no ves el suelo. Andas sobre un manto de hojas marrones con el temor de que te puedas caer en un agujero de un momento a otro. Creo que los daneses viven las estaciones tal y como son: el otoño es otoño, el invierno es invierno y “so and so forth” (frase que un profesor mío usa hasta la saciedad y que significa algo como “así sucesivamente”).

Por otro lado, si en España el deporte nacional es la envidia, aquí lo es la confianza. Todo el mundo confía en todo el mundo y no tienes por qué temer que te roben la bici, por ejemplo, cuando la dejas en la universidad todo el día. Tienes la tranquilidad de que la vas a tener al salir. O cómo en las tiendas muestran sus artículos en la calle tan lejos de la puerta que no sabes a qué establecimiento pertenecen. Puede llegar a ser confuso y pensar que son muestras gratuitas cuando en realidad solo forma parte del escaparate. No conciben que alguien haga algo malo a otra persona y eso cuando llega una legión de ‘gitanos’ como nosotros puede ser peligroso.

En fin, que “Denmark is different” y eso se nota en cada rincón.