jueves, 29 de enero de 2009

No todo va a ser follar

Cada cierto tiempo tienes que hacer algo por el bien del mundo: ayudar a una viejecita a cruzar, ceder el asiento a una embarazada en el autobús o ingresar tu nómina en un banco a punto de la quiebra con beneficios cayendo un menos cuarenta por ciento.

Pues yo lo que he hecho es salvar a un chucho del intenso frío, lluvia y viento que azota esta comarca. El caso es que venía observando el comportamiento extraño de un perro que merodeaba los alrededores de mi casa durante unos cuatro días. Esto fue tema de conversación vecinal de cierta curiosidad pero que no llegaba a convertirse en hechos para ayudar al animal. El caso es que tomé la decisión de llamar al Ayuntamiento del pueblo para ver qué podía hacer y enseguida me pasaron con la policía local que, todo hay que decirlo, actuó con extrema rapidez. Al cuarto de hora vino a mi calle la autoridad, a la par que dos vecinos que ayudaron a esclarecer el tema.

El perro no se había perdido, era de un vecino de la zona que se le escapaba a diario porque la perra de una vecina andaba en celo y el pobre animal se pensaba que igual tirándose todo el día rondando iba a conseguir algo. Pobrecillo. Con lo mal que está el asunto. También hay que decir que les hay peores, no me refiero a los perros.

En fin, que incluso me siento un poco culpable, quizá era la única forma que tenía de desahogarse y la he truncado. Lo siento.

viernes, 9 de enero de 2009

Hemos atado los perros con longanizas...

De un tiempo a esta parte, y aprovechando la coyuntura de la maldita y sobada crisis, están de moda los programas y reportajes que buscan mostrar la crudeza del marrón que nos ha caído encima y de los efectos que ha tenido sobre la población y en concreto, en ciertos individuos.

Por empezar por algo, acabo de ver cómo una familia las está pasando canutas para llegar a fin de mes. Te hace pensar que de momento tú no tienes derecho a quejarte ni una mieja. Pero entrando más a fondo en la historia, resulta que no llegan a fin de mes porque cuando pintaban oros, el cabecilla de familia se hipotecó hasta las cejas en un coche, moto y créditos al consumo que le permitían gastarse al día entre 20 y 40 pavos en comer fuera. Entre otras cosas. Nos ha jodido mayo. Y como el programa va de expertos que te enseñan a llevar las cuentas, pues han traído a unos asesores financieros para decirles que igual tienen que vender la moto o el coche y gastar 150 euros menos en teléfono y gasofa para poder hacer frente a las deudas. ¿Es necesario tener estudios para saber que si ingresas X y has de pagar Y, X tiene que ser mayor que Y para no estar en números rojos? Pues parece que sí. Así que la pena previa que me encogió el alma se me convirtió en un "suerte que os vaya bien".

También se ha puesto de moda ahora sacar a los mendigos y conocer un poco más su vida y el por qué de su desgracia. Entiendo que ha habido un aumento del reclamo de comedores sociales, albergues, etc. pero la mendicidad ha existido siempre y seguirá, por desgracia.

Y es que ahora a la yegua se le ha puesto mal el ojo y nos sorprendemos de que hay colas de varios días para recoger una promesa de un cateto que jura construir unos pisos a precio de coste porque sí, porque le ha salido la vena solidaria y va a regalar un pisito cuando le traspasen unos terrenos. Para más recochineo le llaman ‘el Pocero bueno’. En un tiempo, escucharemos a toda esa gente quejarse de que les han estafado y reclamando a la administración de turno sus penas. Y entonces diré yo: “quien siembra vientos…”

Vamos que si quiero llorar me pongo el disco de Jesulín y punto. Ya el otro día me enteré de que la estafa de los sellos que hubo no fue tanta estafa, que cada uno sabe lo que firma y lo que no. Que me lo ha dicho Zenón.

jueves, 8 de enero de 2009

¿Qué culpa tenemos de ser inocentes?

A veces es en Palestina, a veces en Irak, otras en Afganistán.
A veces es en Bombay o en Líbano. Incluso en New York o Madrid.
A veces es en un país africano a elegir.
A veces lo llaman “Operación Plomo Sólido”, otras “Operación Duradera”.
A veces es por un dictador, otras por un terrorista (o las dos cosas, o ninguna).
A veces matan por Dios, otras por un trozo de tierra.
A veces es un ataque, en otras es por ‘legítima defensa’.
A veces buscan droga, otras armas o petróleo. Ahora es el gas.
A veces matan a militares, casi siempre a inocentes.
A veces es la mafia, otra la guerrilla.
A veces los responsables hacen algo, en la mayoría no interesa.

Me da igual dónde, cómo, por qué, cuando y cuánto. Simplemente…

lunes, 5 de enero de 2009

Navidad, qué hermosa eres

Es una época maravillosa ésta la de la Navidad, en la que disfrutas más que nunca de tu ciudad, engalanada durante 20 días con los últimos diseños en iluminación y vestida con un mosaico de comercios que te reclaman con sus coloridos escaparates y sus precios de saldo.

Y los personajes típicos navideños. Ese Papá Noel de ETT que reparte caramelos y que da paso al trío multirracial cuyas monturas dejan regalitos por las calles como si de una premonición se tratase.

Con sus calles repletas de la ilusión de los niños cuyos padres buscan completarla siempre con una sonrisa en la cara.

Colas para subir al autobús, para pagar, para envolver, para probar, para la lotería, para ver los belenes bíblicos de las iglesias, para el taxi, para entrar en un bar, para el ascensor… Colas para hacer colas. Pero da igual porque es Navidad.

Bares que en la noche de Año Nuevo te ofrecen el mejor de sus servicios y productos: esas copas con el sello inconfundible de su sabor que, por un módico precio, te convencen para que vuelvas en cuanto te recuperes.

Esas cenas con los amigos de siempre, los recientes, los amigos de un amigo, con tu familia, con tu otra familia, con los de clase, con los del trabajo, los del equipo…

Esos reencuentros casuales con amigos de tu infancia que solo se producen en estas fechas y cuya conversación se ve facilitada porque hace dos días le aceptaste en la red social de moda. ¡Qué momento!

Unas fechas libres de estrés, de albedrío alimenticio, de riñas familiares, de jolgorio vecinal, de ahorro… snif