viernes, 9 de enero de 2009

Hemos atado los perros con longanizas...

De un tiempo a esta parte, y aprovechando la coyuntura de la maldita y sobada crisis, están de moda los programas y reportajes que buscan mostrar la crudeza del marrón que nos ha caído encima y de los efectos que ha tenido sobre la población y en concreto, en ciertos individuos.

Por empezar por algo, acabo de ver cómo una familia las está pasando canutas para llegar a fin de mes. Te hace pensar que de momento tú no tienes derecho a quejarte ni una mieja. Pero entrando más a fondo en la historia, resulta que no llegan a fin de mes porque cuando pintaban oros, el cabecilla de familia se hipotecó hasta las cejas en un coche, moto y créditos al consumo que le permitían gastarse al día entre 20 y 40 pavos en comer fuera. Entre otras cosas. Nos ha jodido mayo. Y como el programa va de expertos que te enseñan a llevar las cuentas, pues han traído a unos asesores financieros para decirles que igual tienen que vender la moto o el coche y gastar 150 euros menos en teléfono y gasofa para poder hacer frente a las deudas. ¿Es necesario tener estudios para saber que si ingresas X y has de pagar Y, X tiene que ser mayor que Y para no estar en números rojos? Pues parece que sí. Así que la pena previa que me encogió el alma se me convirtió en un "suerte que os vaya bien".

También se ha puesto de moda ahora sacar a los mendigos y conocer un poco más su vida y el por qué de su desgracia. Entiendo que ha habido un aumento del reclamo de comedores sociales, albergues, etc. pero la mendicidad ha existido siempre y seguirá, por desgracia.

Y es que ahora a la yegua se le ha puesto mal el ojo y nos sorprendemos de que hay colas de varios días para recoger una promesa de un cateto que jura construir unos pisos a precio de coste porque sí, porque le ha salido la vena solidaria y va a regalar un pisito cuando le traspasen unos terrenos. Para más recochineo le llaman ‘el Pocero bueno’. En un tiempo, escucharemos a toda esa gente quejarse de que les han estafado y reclamando a la administración de turno sus penas. Y entonces diré yo: “quien siembra vientos…”

Vamos que si quiero llorar me pongo el disco de Jesulín y punto. Ya el otro día me enteré de que la estafa de los sellos que hubo no fue tanta estafa, que cada uno sabe lo que firma y lo que no. Que me lo ha dicho Zenón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Chacho! Que bueno volver a leerte. Comento menos pero sigo leyéndote con pasión e interés en cada una de tus entradas.

Sigue con tus críticas ácidas y sarcásticas y, con suerte, ocuparás el sillón del Reverte en la RAE... ;)