lunes, 5 de enero de 2009

Navidad, qué hermosa eres

Es una época maravillosa ésta la de la Navidad, en la que disfrutas más que nunca de tu ciudad, engalanada durante 20 días con los últimos diseños en iluminación y vestida con un mosaico de comercios que te reclaman con sus coloridos escaparates y sus precios de saldo.

Y los personajes típicos navideños. Ese Papá Noel de ETT que reparte caramelos y que da paso al trío multirracial cuyas monturas dejan regalitos por las calles como si de una premonición se tratase.

Con sus calles repletas de la ilusión de los niños cuyos padres buscan completarla siempre con una sonrisa en la cara.

Colas para subir al autobús, para pagar, para envolver, para probar, para la lotería, para ver los belenes bíblicos de las iglesias, para el taxi, para entrar en un bar, para el ascensor… Colas para hacer colas. Pero da igual porque es Navidad.

Bares que en la noche de Año Nuevo te ofrecen el mejor de sus servicios y productos: esas copas con el sello inconfundible de su sabor que, por un módico precio, te convencen para que vuelvas en cuanto te recuperes.

Esas cenas con los amigos de siempre, los recientes, los amigos de un amigo, con tu familia, con tu otra familia, con los de clase, con los del trabajo, los del equipo…

Esos reencuentros casuales con amigos de tu infancia que solo se producen en estas fechas y cuya conversación se ve facilitada porque hace dos días le aceptaste en la red social de moda. ¡Qué momento!

Unas fechas libres de estrés, de albedrío alimenticio, de riñas familiares, de jolgorio vecinal, de ahorro… snif

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