sábado, 13 de junio de 2009

Pobre 'machu pichu'

De toda la vida llevo viendo la serie de TV Aída. Capítulo tras capítulo riendo las gracias de ese personaje llamado Mauricio que se define a sí mismo como un cabrón, en planos generales. Este fascista con bigotito y cintura alta se ríe, se aprovecha y abusa de un par de jornaleros que tiene en su bar procedentes de tierras indígenas, a los que no les hace contrato y paga mal.

Inocente de mí, yo creía que esta situación era una realidad llevada a la ficción de una forma un tanto exagerada. Pero resulta que es todo lo contrario. Efectivamente, la realidad supera la ficción, y de qué manera.

El otro día, cuando me enteré de lo del boliviano que le dejaron en la puerta del hospital (si se considera puerta a 200 metros a la redonda) y con su brazo camino del vertedero, pensé que habían adelantado la emisión del siguiente capítulo de la serie. Parecía que estaba sacado de ahí.

Me ahorraré todas las palabras de cariño que tengo reservadas hacia el bastardo sin escrúpulos que le empleaba. Y encima deberemos aguantar las excusas baratas de los empresarios en declaraciones varias.

Así, hasta que deje de interesar el tema. Ya conocemos lo justo: que gracias al revuelo levantado, le van a nacionalizar y con un poco de suerte le hacen un transplante de estos novedosos. Y el tipo lo único que quiere es volver a su país. ¡Qué desagradecido!

En fin, antes de solucionar cualquier crisis, sea económica o de espíritu, tenemos que resolver un problema bastante más gordo: la insensibilidad de algunos.

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