sábado, 18 de julio de 2009

Deporte nacional

Uno de las características que nos hace únicos a los españoles es la tremenda capacidad de echar la culpa al vecino y la consecuente incapacidad de ver los errores de uno mismo, es decir, la ausencia total de cualquier tipo de autocrítica.

Aún no he salido de mi asombro desde que vi al responsable del hospital en el que falleció el bebé debido a un error fatal asumiendo toda culpa y error. Cierto es que la cagada era de tal nivel que lo contrario hubiera sido faltar el respeto al sentido común. Al margen de la desgracia propia de la situación, quise valorar positivamente este gesto pues era de las primeras veces que escuchaba a un dirigente, encargado, persona en general asumir equivocaciones.

Según pasan los días, ya vamos escuchando cuáles han podido ser las causas del error: la enfermera novata o seminovata que se ofreció voluntaria para la aplicación del alimento y se equivocó. Resultado: enfermera novata apartada junto con su responsable.

Bien, suponiendo que no sabremos nunca qué sucedió en realidad, que la enfermera no existe y que da igual que esté en atenciones psicológicas o que su abuela fume, ya podemos tirar la mierda a alguien. Siempre podremos descargar las culpas al último mono, que parece que va en el contrato.

Total, que al final siempre es lo mismo.

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