viernes, 13 de junio de 2008

Siempre nos quedará DK

Tras muchos días de retraso debido a las ocupaciones típicas de estas fechas, me dispongo a contar el que ha sido el penúltimo viajecillo (el último será el de vuelta) que me llevó por tierras danesas. Hubiera sido una pena no haber aprovechado la oportunidad de visitar un país, que es la mitad de Castilla y León, tras diez meses aquí.

Así que con las ganas cogimos carretera y manta acompañados de un mapa Dinamarca y un par de guías con los puntos más interesantes señalados. Nos fuimos seis españoles de la resi y un francés (Thierry) a surcar las carreteras en una furgoneta. Cinco días que han dado para mucho, entre otras cosas para ponernos como un tito, porque el calor que ha hecho todavía no se ha olido en el sur de Europa.

Nos perdimos entre preciosos acantilados de caliza escondidos tras un bosque.

Nos montamos en un barco Vikingo cual piratas en Roskilde.

Visitamos al escritor de cuentos infantiles Christian Andersen rodeados de coches antiguos en Odense.

Fuimos niños en Legoland: un parque temático con unas increíbles maquetas hechas con piezas de Lego.

Dormimos en un bosque que fue nuestra habitación por una noche rodeando a una hoguera y sacudiendo las manos para espantar la nube de bichos que nos acribillaron a picotazos.

Saludamos a la minicopenhague Arhus en bicis de préstamo.

Cumplimos con otra de las ciudades más grandes del país: Alboorg.

Rezamos en un cementerio vikingo.

Pasamos la siguiente noche en un camping a la orilla del mar.

De repente fue como si nos encontráramos en mitad del Sáhara en las dunas de Raabjerg Mile.

Nos mojamos los pies donde se juntan los mares Báltico y del Norte, en la zona más septentrional de Dinamarca.

Nos colamos en otro camping hartos de dar vueltas según bordeábamos una costa oeste llena de playas.

Conocimos a los cuatro centinelas que simbolizan la unión del mar con el hombre en Esbjerg…

…mientras bajábamos a la ciudad más antigua: Ribe.

Descubrimos como todavía es posible que la carretera acabe en la misma arena de playas kilométricas repletas de coches, gente y de alguna que otra medusa. Todo ello en Rømø.

Y como no podía ser de otro modo, acabamos el viaje en la ciudad que nos lleva acogiendo durante los últimos 10 meses. Con la enésima foto en la Sirenita y acaparando todas las miradas en Nyhavn.

Esta canción la cantaron: Jaime, Lili, Yo, María, Guille, Therry y Mary.

1 comentario:

Largaslunas dijo...

y qué bien cantado seniores